viernes, 4 de mayo de 2012

Los fogones y las cámaras: una pareja feliz.


Ya queda poco para el estreno inminente de la enésima formula show televisivo gastronómico, es decir, ese tipo de programas en el que aparecen mezclados dos ingredientes que en estos tiempos se han convertido en, como se dice ahora, tendencia: el espectáculo mediático y la cocina. Se trata de la versión española del programa Kitchen Nightmare presentado por el británico Gordon Ramsay, cocinero, empresario y showman (porque esa es la palabra que se me viene a la cabeza)  Y el elegido para el proyecto es el cocinero madrileño Alberto Chicote, chef de restaurantes como Nodo o Pan de lujo, en los que desarrolla su personal interpretación de la cocina nipona y mediterránea fusionada. Una persona con méritos sobradamente contrastados y de suficiente tirón mediático para satisfacer a las audiencias.  Todo esto me lleva a pensar en todas las experiencias televisivas que de manera más o menos cuestionable han acercado la cocina a los hogares a través de la caja tonta.  Treinta años en que hemos visto evolucionar la sociedad y con ella la televisión y  el mundo gastronómico  Un rápido repaso nos servirá para pensar sobre cómo ha cambiado la España televisiva.
A lo largo de la década de los 80, fue el gran momento del mítico programa Con las manos en la mas,  presentado por la actriz Elena Santonja con 8 añosen antena. El formato consistía básicamente en que un famoso cocinaba junto con la presentadora un plato con un tono docto, al mismo tiempo que se dedicaba a responder a las preguntas sobre su vida. Después llegaron los 90, y el campo abonado para el rey de los fogones televisivos durante mucho tiempo. Efectivamente se trata de Karlos Arguiñano, quien a la vez que supo acercar la cocina a los hogares  con bastante dominio de la técnica, aprovechó los ingredientes que tuvieron éxito en el programa anterior: humor (¿quién no recuerda los chistes de Arguiñano?) y una buena dosis de conocimiento del técnicas, productos y platos, sin el tono exageradamente ilustrado con que su antecesora hablaba, que viéndolo hoy resulta un poco rídiculo. A partir de ahí se creaba una factoría de la que saldrían nombres como Bruno Oteiza o la misma Eva Arguiñano, que básicamente repetirían el mismo formato.
Ya en el nuevo milenio dos nuevos fenómenos sociales irrumpían en el  mundo televisivo. Por un lado, la relación cocina-salud fomentada desde el programa de TVE española Saber Vivir a través de la elaboración de multitud de recetas por el cocinero Sergio Fernández, que quedando subordinados al resto de los contenidos del programa. Divulgación médica y cocina con el objeto de llevar una vida saludable. Y por otro, la competencia entre las diferentes cadenas (algunas recién nacidas hacia la mitad de la década) por conseguir mayor cuota de público en cuanto  a programas de cocina se  refiere. Se imponía el formato de show televisivo gastronómico, y toda la parrilla parecía inundada de cocineros que te mostraban  que cocinar era estupendo o una forma de quedar muy bien con tus amigos, pero  un programa donde se abordase con rigor el mundo de la gastronomía brillaba por su ausencia. Por norma general se trataba de una copia de formatos televisivos cuya apoteosis de espectacularidad era la asociación reality-show y cocina. Al mismo tiempo,  nuestros cocineros y/o restauradores más emblemáticos acaparaban elogios por parte de la crítica especializada amentando sus apariciones en la televisión, sobre todo en el ámbito publicitario (Berasategui, Arzak y por supuesto Adriá) Pero, por encima de todo apareció la figura del cocinero mediático, el cual veía en los mass-media (poco importaba como fuese) una buena forma de promocionarse. No podía ser que  to quisqui , con perdón, se hiciera famoso en la tele y que personas más validas no aprovecharan el tirón de popularidad que ofrecía el mundo televisivo. Así, profesionales del sector como Sergi Arola o Darío Barrio consiguieron que fueran tan conocidos como los asiduos del medio. El primero se hizo más popular en  programas como Esta cocina es un infierno (Telecinco) en el cual pudimos constatar su inclinación a aparecer en éstos, ya fuera radio (Cadena Ser),  prensa (El País Semanal) o televisión. Dicho programa como era costumbre en esta cadena era un reality-show que reunía a varios individuos (¿famosos? ) en una casa  para pelearse . Más dignos eran otros programas como Todos contra el Chef (Cuatro) programa- concurso en el que el chef madrileño Darío Barrio era la atracción del mismo, (¿es casualidad que fuera bien parecido?) y en el que  cada semana un concursante y este cocinero, salido de la factoría Adriá, tenían que competir por realizar la mejor receta tradicional a juicio de un jurado imparcial. Más pretencioso era el programa-concurso Duelo de Chef presentado por la cocinera Iria Castro, en el que a través de un sistema de eliminatorias buscaban al campeón de los cocineros amateur siendo evaluados por un jurado integrado por los cocineros Sergio Fernández (éste es otro)  e Iñaki Oyarbide, todos habituados a los medios gracias al canal temático Canal Cocina (también Sergi Arola)
Por otra parte, no se me puede olvidar hablar de varios productos televisivos que quizás han sido de lo mejor en cuanto al tipo de programas que se salían del típico formato de elaborar una receta. Dos de ellos ideados y presentados por el chef José Andrés,  Vamos a cocinar con José Andrés y Made in Spain,- éste último en antena hasta hace poco,- en el que además de recetas, ya fuesen de la cocina internacional o española, el cocinero refería una cantidad de información sobre la gastronomía y el producto de la región o país en cuestión, todo ello comunicado de una manera divertida al mismo tiempo que rigurosa. El otro programa al que me refiero es Un país para comérselo presentado por los actores Juan Echanove e Imanol Arias. Consistía en una serie documental en la que a través de distintas zonas del territorio español se dan a conocer las excelencias sobre distintos productos y platos típicos de la región, todo ello haciendo un poco exaltación de la gastronomía del terroir, como dicen los franceses.
 Y así,  podíamos desglosar una larga lista cuyo nombre podría no acordarme como, Oído cocina (Cuatro), reality con supuesta intención filantrópica. Un restaurante en mi salón (Cuatro) o la mezcla de reality y programa de recetas presentado por Eva Arguiñano, Hoy cocinas tú (La Sexta) un poco tostón, que han contribuido a marcar tendencia, siendo ésta un poco triste, todo sea dicho. Dicho esto y a tenor de lo expuesto dos hechos saltan a la vista, una que es una fórmula recurrente el aprovechar el juego que en la industria del entretenimiento televisivo tienen los, llameémosle así,  realities-show-cooking, con su nivel de morbo y competitividad que ofrece; y otro, que programas que ofrecen contenidos sobre aspectos gastronómicos tienen un interés en un público creciente. No obstante, parece el formato que tiene la predilección de los programadores es la de la cocina del espectáculo. Por eso sospecho que La cocina del infierno a la española no será  el último ejemplo. De cualquier manera seguiremos esperando desde el sofá de nuestra casa.

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