Ya
queda poco para el estreno inminente de la enésima formula show televisivo gastronómico, es decir, ese tipo de programas en el
que aparecen mezclados dos ingredientes que en estos tiempos se han convertido en,
como se dice ahora, tendencia: el espectáculo mediático y la cocina. Se trata
de la versión española del programa Kitchen Nightmare presentado por el
británico Gordon Ramsay, cocinero, empresario y showman (porque esa es la
palabra que se me viene a la cabeza) Y
el elegido para el proyecto es el cocinero madrileño Alberto Chicote, chef de
restaurantes como Nodo o Pan de lujo, en los que desarrolla su personal
interpretación de la cocina nipona y mediterránea fusionada. Una persona con
méritos sobradamente contrastados y de suficiente tirón mediático para
satisfacer a las audiencias. Todo esto
me lleva a pensar en todas las experiencias televisivas que de manera más o
menos cuestionable han acercado la cocina a los hogares a través de la caja
tonta. Treinta años en que hemos visto
evolucionar la sociedad y con ella la televisión y el mundo gastronómico Un rápido repaso nos servirá para pensar
sobre cómo ha cambiado la España televisiva.
A lo
largo de la década de los 80, fue el gran momento del mítico programa Con las manos en la mas, presentado por la actriz Elena Santonja
con 8 añosen antena. El formato consistía básicamente en que un famoso
cocinaba junto con la presentadora un plato con un tono docto, al mismo tiempo
que se dedicaba a responder a las preguntas sobre su vida. Después llegaron los
90, y el campo abonado para el rey de los fogones televisivos durante mucho
tiempo. Efectivamente se trata de Karlos Arguiñano, quien a la vez que supo
acercar la cocina a los hogares con
bastante dominio de la técnica, aprovechó los ingredientes que tuvieron éxito en
el programa anterior: humor (¿quién no recuerda los chistes de Arguiñano?) y
una buena dosis de conocimiento del técnicas, productos y platos, sin el tono
exageradamente ilustrado con que su antecesora hablaba, que viéndolo hoy resulta
un poco rídiculo. A partir de ahí se creaba una factoría de la que saldrían
nombres como Bruno Oteiza o la misma Eva Arguiñano, que básicamente repetirían
el mismo formato.
Ya
en el nuevo milenio dos nuevos fenómenos sociales irrumpían en el mundo televisivo. Por un lado, la relación
cocina-salud fomentada desde el programa de TVE española Saber Vivir a través de la elaboración de multitud de recetas por
el cocinero Sergio Fernández, que quedando subordinados al resto de los
contenidos del programa. Divulgación médica y cocina con el objeto de llevar una
vida saludable. Y por otro, la competencia entre las diferentes cadenas
(algunas recién nacidas hacia la mitad de la década) por conseguir mayor cuota
de público en cuanto a programas de
cocina se refiere. Se imponía el formato
de show televisivo gastronómico, y toda la parrilla parecía inundada de
cocineros que te mostraban que cocinar
era estupendo o una forma de quedar muy bien con tus amigos, pero un programa donde se abordase con rigor el
mundo de la gastronomía brillaba por su ausencia. Por norma general se trataba
de una copia de formatos televisivos cuya apoteosis de espectacularidad era la
asociación reality-show y cocina. Al mismo tiempo, nuestros cocineros y/o restauradores más
emblemáticos acaparaban elogios por parte de la crítica especializada amentando
sus apariciones en la televisión, sobre todo en el ámbito publicitario
(Berasategui, Arzak y por supuesto Adriá) Pero, por encima de todo apareció la
figura del cocinero mediático, el cual veía en los mass-media (poco importaba como
fuese) una buena forma de promocionarse. No podía ser que to
quisqui , con perdón, se hiciera famoso en la tele y que personas más
validas no aprovecharan el tirón de popularidad que ofrecía el mundo
televisivo. Así, profesionales del sector como Sergi Arola o Darío Barrio consiguieron
que fueran tan conocidos como los asiduos del medio. El primero se hizo más
popular en programas como Esta cocina es un infierno (Telecinco) en
el cual pudimos constatar su inclinación a aparecer en éstos, ya fuera radio
(Cadena Ser), prensa (El País Semanal) o
televisión. Dicho programa como era costumbre en esta cadena era un
reality-show que reunía a varios individuos (¿famosos? ) en una casa para pelearse . Más dignos eran otros
programas como Todos contra el Chef (Cuatro) programa- concurso en el que el chef
madrileño Darío Barrio era la atracción del mismo, (¿es casualidad que fuera
bien parecido?) y en el que cada semana
un concursante y este cocinero, salido de la factoría Adriá, tenían que competir
por realizar la mejor receta tradicional a juicio de un jurado imparcial. Más
pretencioso era el programa-concurso Duelo de Chef presentado por la cocinera
Iria Castro, en el que a través de un sistema de eliminatorias buscaban al
campeón de los cocineros amateur siendo evaluados por un jurado integrado por los
cocineros Sergio Fernández (éste es otro) e Iñaki Oyarbide, todos habituados a los
medios gracias al canal temático Canal Cocina (también Sergi Arola)
Por otra parte, no se me puede olvidar
hablar de varios productos televisivos que quizás han sido de lo mejor en
cuanto al tipo de programas que se salían del típico formato de elaborar una
receta. Dos de ellos ideados y presentados por el chef José Andrés, Vamos a
cocinar con José Andrés y Made in
Spain,- éste último en antena hasta hace poco,- en el que además de
recetas, ya fuesen de la cocina internacional o española, el cocinero refería
una cantidad de información sobre la gastronomía y el producto de la región o
país en cuestión, todo ello comunicado de una manera divertida al mismo tiempo
que rigurosa. El otro programa al que me refiero es Un país para comérselo
presentado por los actores Juan Echanove e Imanol Arias. Consistía en una serie
documental en la que a través de distintas zonas del territorio español se dan
a conocer las excelencias sobre distintos productos y platos típicos de la
región, todo ello haciendo un poco exaltación de la gastronomía del terroir, como dicen los franceses.
Y así, podíamos desglosar una larga lista cuyo nombre
podría no acordarme como, Oído cocina
(Cuatro), reality con supuesta intención filantrópica. Un restaurante en mi salón (Cuatro) o la mezcla de reality y
programa de recetas presentado por Eva Arguiñano, Hoy cocinas tú (La Sexta) un
poco tostón, que han contribuido a marcar tendencia, siendo ésta un poco
triste, todo sea dicho. Dicho esto y a tenor de lo expuesto dos hechos saltan a
la vista, una que es una fórmula recurrente el aprovechar el juego que en la
industria del entretenimiento televisivo tienen los, llameémosle así, realities-show-cooking, con su nivel de morbo
y competitividad que ofrece; y otro, que programas que ofrecen contenidos sobre
aspectos gastronómicos tienen un interés en un público creciente. No obstante,
parece el formato que tiene la predilección de los programadores es la de la
cocina del espectáculo. Por eso sospecho que La cocina del infierno a la
española no será el último ejemplo. De
cualquier manera seguiremos esperando desde el sofá de nuestra casa.